Más de 20 años de experiencia en el mundo empresarial me han servido entre otras cosas, para tener claves que funcionan:
Para que un negocio funcione la clave número 1 es tener un buen plan.
Simplificar, saber cuáles son los recursos necesarios ahora y a futuro, tener claro hacia dónde quieres llevar la empresa.
Descubrir cuál es la línea lo más recta posible para evitar dar rodeos innecesarios.
Focalizar vuestros esfuerzos e inversiones en lo más importante, el cliente y las ventas.
Y todo esto no es fácil.
Por eso, disfruto ayudando a mis clientes a darle claridad a sus proyectos.
Marta Bayán, empresaria digital con proyectos de comercio electrónico y servicios.
David Rojo, co-fundador de DesertBuggy empresa de turismo activo.
Ana Mora, especialista en fotografía de arquitectura de interiores y producto digital.
Luisa Gracia, empresaria online con múltiples proyectos exitosos.
Empecé a crear negocios con poco más de 20 años, porque siempre he llevado dentro el espíritu emprendedor.
Fui responsable de diversos proyectos empresariales propios y por cuenta ajena hasta los 30 años.
Cambié de ciudad para centrarme exclusivamente en la ejecución y gestión de proyectos, incluida su parte comercial.
Desde 2009 ayudo a negocios de todo tipo que tienen un mismo objetivo: pasar al siguiente nivel. Para ello, utilizamos todos los recursos que el marketing digital pone a nuestra disposición para disparar un negocio.
Ahora mi día a día está lleno de reuniones, ponencias, talleres digitales, eventos con otros profesionales y una gran cantidad de proyectos de negocio diferentes.
El Aikido (arte marcial japonés denominado “El arte de la Paz”) su filosofía forma parte de mi esencia vital. En 2010 monte un Dojo de Aikido junto con mi maestro.
Me apasionó su práctica y su filosofía la aplico en todos los ámbitos de mi actividad personal y profesional. El Aikido es simplicidad, armonía y no agresivo, trata de convencer, en vez de vencer a través de la agresión.
La misión de misiones. Todo el mundo debería saber cuál es su misión. Yo la sé, tengo una misión por cada una de las facetas de mi vida y una superior de la que cuelgan las demás, que es mi familia. Mi misión superior es ayudar a descubrir, facilitar y acompañar en el camino que han de caminar los miembros de mi familia.
La mejor recompensa no es el dinero. Dono parte de mi tiempo a causas benéficas y/o humanitarias. Hace años descubrí que cuanto más das, más recibes. Aún sigo disfrutando de esas recompensas participando y colaborando con lo que mejor sé hacer para los Misioneros de África.
Me encanta la música y me hubiera gustado ser músico, recibí clases de guitarra y piano. Lo intenté pero no soy bueno, qué se le va a hacer… La música me acompaña todos los días de mi vida y escucho todo tipo de estilos en función del momento, aunque siento predilección por el rock 70-80’s.
Las motos son mi vehículo personal y predilecto desde casi siempre. Transmite libertad y me recuerda a cuando esquiaba, buscando lanzarme en diagonal, cambiando enérgicamente o con un sutil movimiento de dirección en zig-zag para no perder velocidad. Toda una pasión que disfruto unos 200 días al año.